Sin Mí

“Sin mi –pequeñas historias con el Sr. Chu”, Ediciones del Boulevard, Córdoba, 2011.

La Creación

La primera vez que abrió sus ojos al mundo, ya era viejo. Su barba espesa y entrecana; el inagotable soft de la sabiduría y varias arrugas en las comisuras de los labios habían completado el milagro de laboratorio. No obstante, algo debió andar mal durante el proceso de fabricación, porque cuando trató de deslizarse hasta el árbol de entrada del edificio y robar sus frutos, conducta por demás extraña, lo enviaron a destierro en el planeta K23 Recycle.

Allí, la noche era eterna y oscura de oscuridad mortal. Llegaba de golpe, surcada por estridencias y ruidos estelares que cruzaban el espacio anegado de bytes y otros brillos puntuales los que, sabiduría mediante, concluyó eran estrellas de otro sistema. Los días no. Los días duraban lo que un suspiro. Ínfimos soles aparecían y desaparecían en la línea del horizonte y aprovechando esos momentos de luz, daba paso a la añoranza.

Con el primer pensamiento supo de la alegría.

Luego, advertido de aquel pequeño planeta que a veces se le venía encima y le cosquilleaba en sus propias narices para después alejarse como invitándole a una travesura, descubrió el amor.

De inmediato, la sola idea de perderlo para siempre hizo que la duodécima costilla le estallara en el circuito de sus emociones y llorando a mares, ofrendó sus lágrimas a la tierra.  Así fueron los océanos.

De la costilla salió el hombre, ya sabemos.

Y luego, de ese hombre a imagen y semejanza, algo que nunca supo qué cosa con estar a la moda, y arreglá la canilla que pierde.

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